Taburetes
de piel oscura, mesas altas de wengue. Tarjetones de plexiglás en rojo y
vitrinas llenas de delicias que atrapan los ojos. Si eres de Madrid, tienes
otro hogar donde te miman sea la hora del día que sea. La famosa M en
cursiva, hablamos de Mallorca. Un moderno espacio abierto y a su vez acogedor
gracias a su interiorismo cálido de maderas y detalles rojos.
Uno
con leche, cortado o americano en taza alta, siempre con la caprichosa galletita
de firma. Dulces y salados, divinos pecados. Acompaña tu paladar con canapés,
chapatas, ensaimadas o tartas... todas hechas caseras, perfectamente doradas y
elaboradas.
¿Te
gusta el pan? A quién no. Lo mejor de Mallorca para mí son los tamaños mini
que existen. Desde los inglesitos hasta los pancitos, rellenos de lujo como
pimientos de piquillo, cangrejo o un simple vegetal. El secreto está en el
corte, el horneado y la masa... para mí una calculación precisa que permite una
miga tierna y una corteza crujiente. Te lo comes disfrutándolo desde los labios
hasta la lengua.
Los
pasteles me pierden. Sabores tradicionales que despiertan recuerdos de
infancia, me aturden y me arropan. La selva negra mí preferida...copos de fino
chocolate derriten en mi boca, bizcocho meloso que da cuerpo y textura, hasta mi corazón
me toca. Enamorada me hago cada vez más del NY Cheesecake, seducida por su
cremoso sabor y acaricias aterciopeladas. Continuar puedo continuar, tantos
gustos para cada paladar.
Un santuario de reposo lo es para mí, un tentempié o
un respiro... Mallorca te admiro.
1 comment:
Me ha entrado una hambre. Utilizas las palabras perfectas para describir las cosas.
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